Llegaste al mundo del interiorismo un poco por casualidad. ¿En qué momento y por qué motivo te empezó a atraer esta profesión? Vino todo un poco rodado. Comencé a pintar casas en Londres y poco a poco empecé a sugerir ideas sobre cómo decorar las habitaciones que pintaba. Sin darme apenas cuenta, me vi asumiendo cada vez más responsabilidades y decisiones. Hasta que acabé haciendo proyectos integrales y empezando a ser consciente de lo mucho que disfrutaba con esa capacidad tan brutal que tiene la profesión de poder cambiar el espacio y, por tanto, las sensaciones que se producen al usarlo. Ese potencial de transformar espacios (con la consecuente repercusión en el estado emocional) fue lo que más me atrajo, y me sigue atrayendo, de esta profesión.
Tienes una relación muy especial con Casa Decor, evento en el que has participado en 16 ocasiones y donde has obtenido numerosos reconocimientos. ¿Qué papel juegan este tipo de eventos en la proyección de los diseñadores de interiores? Cuando empecé, los eventos como Casa Decor eran el principal escaparate del sector. Hoy en día todo es muy distinto porque existen numerosos canales para poder difundir tu trabajo y, por tanto, conseguir atención. A pesar de esto, creo que el hecho de que puedas palpar una propuesta de interiorismo, sentirla, recorrerla, etc. es lo que hace que este tipo de eventos todavía sean imprescindibles en nuestro sector. Resultan especialmente útiles cuando quieres contar a la prensa especializada, o al público en general, como es tu manera de trabajar.
Recientemente has obtenido el galardón al mejor proyecto en Marbella Design & Art 2023, gracias a un proyecto realizado con Natuzzi. ¿Cómo es tu relación con las marcas en estas colaboraciones? ¿Tienes libertad creativa? En todo este tiempo, desde Casa Decor hasta esta última edición de la feria Marbella Design & Art, mi relación con las marcas siempre ha sido excelente. Existe un respeto mutuo por ambas partes. Es lógico que quieran sacar el mejor provecho de la colaboración y siempre tienden a querer mostrar más de lo que deben. Pero, en mi caso, siempre he sido yo el que he tenido la última palabra y las marcas siempre lo han entendido y respetado. En esta última ocasión, con Natuzzi ha ido aún más lejos y no ha habido más que ganas de complacerme y ponérmelo muy fácil por su parte. Ha sido una maravilla de colaboración y eso, al final, se nota en el resultado.
Tu amplio porfolio incluye Paradores Nacionales, restaurantes, tiendas, viviendas, colaboraciones con Lorenzo Caprile y hasta un reality show. ¿En qué proyectos te sientes más a gusto? En general, diría que los trabajos tipo contract (hoteles, restaurantes, oficinas, tiendas, etc.) me estimulan más porque suelo tener más libertad a la hora de diseñar y el trato con el cliente es, por llamarlo de alguna manera, más profesional. Confían en tu trabajo y se dejan aconsejar. En el residencial, aunque es un trabajo precioso, el trato con el cliente es mucho más delicado porque resulta mucho más personal. No dejas de meterte dentro de su vida y las casas suelen ser el reflejo de lo que somos. A menudo, en algún momento durante la ejecución de la obra, los clientes se sienten amenazados o preocupados por el resultado final y entonces nos convertimos más en psicólogos que en interioristas. Esto hay veces que resulta agotador.
Tu ático en Madrid, que fue protagonista de una webserie, ha sido celebrado como una de las mejores reformas de los últimos años. Refleja buena parte de tu visión del interiorismo. ¿Te atreverías con un proyecto tan rompedor para un cliente? Claro, ¿por qué no? Todo depende del tipo de cliente que sea, porque también los hay que son muy rompedores y no tienen miedo a hacer algo radicalmente diferente. Lo importante, y eso es algo de lo que muchos clientes no son conscientes, es la confianza que depositen en ti. Lo mejor para obtener buenos resultados en confiar ciegamente en el interiorista (una vez que conozcas su trabajo y te guste). De verdad, se obtienen resultados muchísimo mejores.
Cosmopolita, espontáneo, fresco, versátil, mediterráneo en su acepción más amplia... Son algunos de los adjetivos con los que se ha intentado describir tu estilo. ¿Pero qué es lo más importante que intentas reflejar en tu trabajo? Principalmente, intento transmitir amor por lo que hago. Amor por el trabajo bien hecho, por los detalles, por la emoción que experimentas cuando entras en tu casa tiempo después y te sigue encandilando, porque ves que realmente es tu hogar, el refugio que soñabas para ti.
Para terminar, ¿en qué estás trabajando actualmente? ¿Puedes adelantarnos algún proyecto? Pues la verdad es que no me puedo quedar quieto. Ahora estamos trabajando en la sede de la agencia de viajes Nuba en Barcelona, además de una casa preciosa en Lanzarote y un apartamento en Campomanes (Madrid). También he colaborado con otros diseñadores en una colección de sofás y butacas de la firma Ormo’s de Sevilla para la feria Maison&Objet de París.
¿Qué le inspiró? Quería captar la esencia misma de esta hermosa atmósfera natural y reflejarla en el interior. Me tomé mi tiempo para seleccionar las piezas y los materiales que queríamos utilizar para cada espacio, empleando formas orgánicas, madera, cristal y piedra en diversos acabados.
¿Cómo se le ocurrió el diseño del salón? Al entrar en el salón, las vistas al mar son impresionantes.
Para mí era importante que nada resultara forzado y que la interacción de piezas, tonos y texturas no supusiera ningún esfuerzo y aportara calidez al interior sin restar protagonismo a la belleza natural del exterior. Elegimos la chimenea como punto central de la estancia y nos inspiramos en la cascada de Camojan, utilizando bloques de piedra maciza en bruto para contrastar con el suave revestimiento de madera de roble que recubre paredes y techos. Sobre los asientos redondos, colgamos grandes lámparas escultóricas que resaltan los techos de doble altura y piezas de arte.
¿Y el diseño del dormitorio principal? Quería que el dormitorio principal fuera discreto, pero lleno de pequeñas sorpresas que llamaran discretamente la atención. Elegimos a mano piezas y objetos de decoración que se pueden encontrar en la habitación. El precioso techo abovedado realza la altura y la sensación de grandeza del espacio. Quería que tanto el techo como las paredes tuvieran una textura natural uniforme para crear una sensación de calidez.
¿Cómo fue el proceso de diseño del proyecto en su estudio? Como en todos los proyectos, mi equipo y yo pasamos mucho tiempo discutiendo el concepto y los detalles. Para nosotros era fundamental crear algo especial, diferente y auténtico. También colaboramos estrechamente con los arquitectos y paisajistas designados para que el diseño evocará una sensación natural y fluida tanto en el interior como en el exterior.
¿Cómo te empezó a atraer el mundo de la arquitectura y el diseño? Mi padre era topógrafo y, en los veranos, le ayudaba muchas veces a dibujar los planos. También estaba metido en el mundo de la construcción, así que de niño iba con él a las obras. De este modo, me familiaricé muy pronto con el dibujo técnico y los procesos constructivos. El mundo de la arquitectura, el interiorismo y el diseño lo fui descubriendo durante la carrera.
Mientras cursabas tus estudios, te interesaste por otras disciplinas. ¿Cómo te influyeron? El paso por la universidad hizo que me apasionara por las artes plásticas. Estudié y devoré todo lo que tenía que ver con el arte, la arquitectura, la pintura, la escultura e incluso la música. Creo que es fundamental tener el máximo conocimiento de la historia del arte para poder hacer un planteamiento con fundamento en cualquier disciplina. Descubrir la interacción que hay entre todas las disciplinas es lo que ha fomentado como he desarrollado mi profesión.
En 1991 fundaste Ramon Esteve Estudio. ¿Qué te motivó a trabajar por tu cuenta? Fue una trayectoria natural, empecé con un estudio pequeñito en un piso en el que vivía y trabajaba y así arrancaron los primeros trabajos. Entonces, para mí era más importante conseguir un trabajo en el cual pudiera expresarme, aunque fuera pequeño, que conseguir un trabajo grande en el que tuviera que hacer excesivas concesiones que hicieran que se perdiera la posibilidad de expresar las ideas que quería plasmar y con las que me gustaba experimentar.
Tras tres décadas de trayectoria, tu sello está presente en multitud de proyectos y obras muy reconocibles. ¿Pero existe un estilo “Ramon Esteve”? Realmente no hay un código o estilo repetible, aunque hay algunas piezas icónicas más visibles y que se identifican con mi trabajo. Intento que cada proyecto sea un nuevo reto creativo, que la ideología y bases conceptuales sean las mismas, pero que el resultado tenga que ver con todo lo que sucede alrededor de ese proyecto en particular: su contexto, el entorno cultural, la tecnología y las herramientas disponibles, para que cada propuesta tenga algo distinto.
Tu trabajo abarca la arquitectura, el interiorismo, el diseño de mobiliario y lámparas... ¿Con qué actividad te sientes más a gusto? El origen de todo es la arquitectura, pero la arquitectura con esa visión global, esa visión que hacer que llegues más allá, que llegues a pensar cómo va a vivir esa persona y cómo va a sentirse en un espacio diseñado por ti. Para lograrlo, todos los elementos que van a configurar esa escenografía, ese espacio, tienen que dialogar, estar regulados, dirigidos o elegidos bajo un mismo criterio. Eso es lo que me mueve y por esa razón me apasiona el diseño de los objetos.
Tu casa-estudio en el centro de Valencia y tu Refugio en la Viña, son buenos ejemplos de tu filosofía de trabajo y vital. Entonces... ¿prefieres el campo o la ciudad? La arquitectura nace de un contexto. En un entorno urbano e histórico, como sucede donde tengo el estudio, los condicionantes son los propios de ese marco. Lo que hago es analizar y responder a ese contexto con un estudio tipológico previo a la propuesta. Se estudian las dimensiones, proporciones y fenestración, incluso los balcones. El balcón de mi estudio se ha convertido en Valencia casi en un estereotipo. Al final, el contexto determina una solución. En el campo, lo que hago es analizar cómo me gustaría vivir ese contexto natural y utilizo la arquitectura para actuar sobre la percepción de un lugar. Esa es la grandeza de la arquitectura. El paisaje está ahí, pero yo lo enmarco a través de una caja, que apunta y hace una fotografía de ese paisaje. Genero el contexto desde el cual se percibe este paisaje de otra forma, siempre intentando ponerlo en valor. Estas diferencias explican mi forma de enfocar cada proyecto.
Cuéntanos cómo un joven que iba para pintor en Madrid acaba siendo uno de los diseñadores de interiores más reconocidos de Marbella... ¿Cómo fueron tus inicios? Primero llegué para unas vacaciones, pero me enamoré inmediatamente de esta ciudad y lo que fueron inicialmente unos días, se convirtió en un año. Desde entonces mi vinculación con Marbella ha sido total. Si bien pasé algún tiempo regresando a Madrid para finalizar mis estudios y estar cerca de los movimientos artísticos que se gestaban en la capital, nunca dejé de regresar a Marbella. Hasta que finalmente en el año 1969 comencé a recibir muchos encargos de cuadros y de diseño de clientes que residían en Marbella. Fui estrechando mis vínculos con la ciudad hasta que más tarde, decidí asentarme definitivamente aquí.
Llegaste a Marbella en 1976, en pleno inicio de la transición, cuando todo parecía posible. ¿Qué queda de esa Marbella que conociste al inicio de tu carrera? La Marbella que me encontré era un hervidero en el que acudían personalidades de todo el mundo para disfrutar de un entorno inmejorable y en el que estaba todo por hacer. Cada día se levantaban nuevos hoteles y residenciales. Era una ciudad en la que se cumplían los sueños de todos. Fue un momento maravilloso. Ahora la ciudad se ha asentado y el crecimiento se ha serenado, pero vive una evolución hacia la excelencia del sello Marbella. Es un momento de maduración en general de la ciudad y de los proyectos que se llevan a cabo. La ciudad se ha posicionado firmemente en una identidad y es asombroso el nivel al que estamos llegando.
Defines tu trabajo como "un estilo mediterráneo actual". ¿Cuáles son los principales rasgos que lo conforman? Cuando hablo del estilo mediterráneo actual, hablo del encuentro de las diferentes formas de vivir en un mismo hábitat, de la mezcla en armonía de la excelencia del diseño italiano con la refinada elegancia de la costa francesa y de la fuerte personalidad del mobiliario y el color español; a todos estos rasgos, hay que sumarle la excitación de los sentidos del estilo islámico. El resultado de toda esta fusión son unas fórmulas que se centran en aprovechar la luz mediterránea y el color para generar unas arquitecturas e interiores que están basados en la belleza abierta al entorno, la proporción de todas las partes y la serenidad del conjunto.
Trabajas tanto en espacios residenciales como públicos. ¿Qué tipo de proyectos te resultan más motivadores? Me encuentro igual de cómodo en todos los ambientes, aunque requieren enfoques distintos. Los trabajos de carácter residencial, que actualmente son la mayoría, son encargos que tienen que satisfacer una manera de habitar de un cliente o familia, y debo adaptar mis sugerencias a las particularidades de su forma de vida. Son espacios más íntimos que me obligan a trabajar mucho el concepto de habitar, procurando que se refleje la personalidad del cliente. En cambio, en los proyectos públicos expongo mi diseño a múltiples miradas y formas de vivirlos. Son proyectos que por lo general demandan más espectacularidad y requieren de elementos de tránsito que sean muy visuales. Suelen ser proyectos más divertidos en su realización, pero quizás menos profundos en cuanto a la relación entre el cliente y yo.